Los Juegos Olímpicos de la Antigüedad vetaron completamente la participación de mujeres. No solo eso: a las casadas incluso se les prohibió ver las pruebas ya que podrían comparar los cuerpos desnudos de los atletas con el de sus maridos, por lo que el ‘privilegio’ solo fue accesible para las solteras. Comienza así una historia de lucha por la igualdad de género en el deporte que, a día de hoy, prosigue.
Nada se logró avanzar con la llegada de los Juegos Olímpicos modernos en 1896, donde las mujeres tampoco pudieron participar. Su impulsor, el barón Pierre de Coubertin, fue el autor de frases como «El deporte femenino no es práctico, ni interesante, ni estético, además de incorrecto» o «Las mujeres sólo tienen una labor en el deporte: coronar a los campeones con guirnaldas». Pese al machismo de la época, la primera participación femenina en los JJOO se produjo cuatro años después, en París 1900, cuando 22 mujeres pudieron competir en cinco deportes: croquet, tenis, vela, golf y equitación (aunque solo golf y tenis tuvieron pruebas exclusivamente femeninas). Hélène de Pourtalès, en vela, fue la primera mujer en lograr una medalla olímpica.
Una figura destaca en la lucha por la igualdad en el deporte en esa época es la de Alice Milliat. Francesa como el barón de Coubertin, fue la organizadora de la Federación Internacional Deportiva Femenina (FSFI) en 1921 e impulsó los Juegos Mundiales Femeninos, que se disputaron entre 1922 y 1938 en cuatro ocasiones. El éxito de estas competiciones fue tal que supuso el gran respaldo para que las mujeres se integrasen definitivamente en el programa olímpico. Logrado el objetivo, la FSFI se disolvió en 1938.
Incorporación progresiva
La participación femenina en los Juegos Olímpicos ha sido progresiva , incorporándose su presencia en más disciplinas edición tras edición. Las atletas, por ejemplo, tuvieron que esperar hasta los JJOO de Amsterdam 1928; las jugadoras de rugby, hasta Río 2016. Transcurrieron 116 años, hasta los Juegos Olímpicos de Londres 2012, para que las mujeres compitieran por primera vez en todas las categorías deportivas. Otro hito: en esos JJOO, todos los países participantes contaron con mujeres en sus delegaciones.
La participación femenina también tardó en llegar a las instituciones deportivas: el Comité Olímpico Internacional (COI) no contó con mujeres hasta 1981, cuando se incorporaron la deportista venezolana Flor Isava-Fonseca y la velocista finlandesa Pirjo Häggman. Una década después, en el año 1990, Isava-Fonseca se convirtió en la primera mujer en ocupar un cargo directivo del COI. A día de hoy, el COI defiende firmemente su compromiso con la igualdad.
Más allá de los Juegos Olímpicos, el deporte femenino sigue avanzando con conquistas diarias. Durante 70 años, el maratón de Boston -uno de los más populares del mundo-, solo permitió correr a los hombres. Hasta que Kathrine Switzer decidió incorporarse la carrera en 1967, desatando la ira de los organizadores. Fuera de sus casillas, intentaron sacarla. «Voy a terminar esta carrera. Si no lo hago, todo el mundo pensará que las mujeres no pueden hacerlo, que no merecemos estar aquí, que no somos capaces», declaró Switzer. Las imágenes quedaron grabadas para la historia.
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Entre los últimos avances, la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) introdujo los 50 kilómetros marcha femeninos en los Mundiales de Londres 2017 y ya no resulta una quimera ver la retransmisión en directo de un partido de fútbol femenino.
Igualdad
«Las mujeres en el deporte desafían los estereotipos de género, se convierten en la inspiración como modelos a seguir y muestran a hombres y mujeres como iguales. Ver es dar un paso más hacia ser». La frase proviene de Naciones Unidas (ONU) y es una llamada de atención ante la necesidad de lograr una igualdad real. No en vano, la igualdad de género es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de la ONU.
A la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres en el deporte todavía le quedan muchas barreras que derribar: visibilidad en los medios de comunicación, valor económico de los premios, patrocinios, respaldo de público o un simple álbum de cromos … La lucha continúa.