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Artículo escrito por Pedro Pablo Fernández Ruiz, campeón de España en decatlón (1972), internacional en 12 ocasiones y medalla de bronce en los Juegos del Mediterráneo de 1971. Además, ha ejercido como entrenador internacional y olímpico de atletismo, ha sido responsable del grupo de 400 metros de la Real Federación Española de Atletismo y fue socio fundador del club Scorpio 71.
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El hecho histórico más importante en el desarrollo de ese conjunto de especialidades llamado atletismo es, sin ninguna duda, la aparición del pavimento “sintético” (vox populi) como material de apoyo en carreras, saltos y lanzamiento (jabalina).
El salto cualitativo de la ceniza (o tierra simplemente) al “sintético”, con la consiguiente evolución de zapatillas, suelas, clavos, etcétera, permitieron a nivel mundial una explosión de registros de marcas superiores, seguridad, investigaciones, técnicas o estilos de carrera.
Personalmente, como decatleta y entrenador en los ‘años del cambio’, puedo dar fe de la notable mejora que supuso. Tras su implantación en el Estadio Vallehermoso de Madrid (1969) y el Universitario de Pedralbes en Barcelona, mejoré notablemente mis marcas (7.007 en decatlón; 7.46 en longitud; 10.8 en 100 metros; 1.90 en altura, 15.16 en triple…), así como los/las atletas de mi grupo de entrenamiento.
El “sintético” tartán era sensacional para los “neuromusculares”, aunque tenía un cierto inconveniente: después de echar en caliente el (creo) poliuretano, esparcían y se adherían unos granitos del mismo material (el topping), que con el tiempo se desprendían de la base y se acumulaban donde el viento los enviaba, dificultando la firmeza de los apoyos, principalmente en los saltos.
Mi percepción de mejorar un paso más las superficies de las pistas la tuve por primera vez en Manresa, en el año 1985, en el Campeonato de España Juvenil (sub 18), donde acudí con algunos/as de los atletas de mi grupo.
Dicha pista, a diferencia de las de implantación del sintético “in situ”, consistía en pasillos preformados, con ligero dibujo superficial, para favorecer la fijación de los apoyos incluso sin clavos (no tenían los dichosos granitos sueltos). Dos de mis atletas destacaron mejorando sus marcas: Jesús Catón logró el oro en salto de altura con 2.08 y fue cuarto en 110 metros vallas (15.22); el otro fue uno de mis hijos, Pedro Fernández Trasobares, que obtuvo el oro en 110 metros vallas (14.85) y 300 metros vallas (38.23).
Desde la ceniza compactada (pasando por pavimentos como el rubcor, el bitumvelox, etc) a los actuales sintéticos de los últimos Juegos Olímpicos y Campeonatos del Mundo no sólo hay un trecho, sino un muy largo camino de pruebas e investigación, para favorecer el rendimiento natural de los atletas y sus registros.
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Las informaciones y datos reflejados en este artículo provienen por parte de su autor, Pedro Pablo Fernández.