Artículo escrito por Elena Espiau, árbitra de baloncesto de Liga Femenina Endesa y LEB Oro desde la temporada 2018-2019.
FOTO: Pascual Cándido
Si hay un deporte con el reglamento bien detallado, ese es el baloncesto. Desde que en 1891 James Naismith escribiera las 13 reglas originales, este documento ha sido objeto de innumerables modificaciones que se siguen incorporando a día de hoy: el baloncesto es un deporte en evolución constante.
Bien sea por cambios que afectan directamente al juego, como la incorporación del “paso 0” en el año 2017, por cambios en la terminología (desde 2018 los periodos se llaman cuartos y el tiempo añadido, prórroga) o simplemente porque se corrige la redacción de algún artículo, prácticamente cada temporada se publica una nueva versión del reglamento FIBA .
Las reglas oficiales de la FIBA
Este documento cuenta ni más ni menos con 104 páginas que explican en qué consiste el juego, qué se necesita para jugar, y lo más importante: cómo se juega.
Aun así, al tratarse de un deporte en el que en una misma situación intervienen varias reglas a la vez y pueden afectar de manera diferente al juego (reloj de partido, reloj de posesión, faltas, violaciones…), el reglamento FIBA se complementa con otro documento de 125 páginas (desconocido por la mayoría de los aficionados) llamado “Interpretaciones oficiales” , que recoge todos los casos que se pueden dar en un partido y su resolución.
Aunque a grandes rasgos el reglamento ya define el equipamiento necesario para jugar al baloncesto, la FIBA a través de su Equipment & Venue Centre publica además un documento anexo al reglamento en el que se detalla exactamente cómo debe ser este equipamiento : resistencia al deslizamiento del pavimento, bote del balón, tamaño de los dígitos en el marcador… hasta el tiempo de respuesta del sistema de silbato inteligente, que no puede ser superior a una décima de segundo.
Como pasa con el reglamento y las interpretaciones, este documento también se va actualizando regularmente.
El tiempo, un elemento fundamental
Uno de los elementos de mayor incidencia en el juego es, sin duda alguna, el tiempo. ¿Cuántas veces hemos visto espectaculares canastas en el último segundo? O, por el contrario, canastas que por 1 décima de segundo no suben en el marcador. Determinar si una canasta está dentro o fuera del tiempo de partido es una de las labores más complicadas del árbitro.
Gracias a la innovación y a la integración de la tecnología en el deporte , cada vez más presente, se ha ido incorporando equipamiento que facilita la resolución de este tipo de situaciones. Es el caso de los marcos luminosos del tablero , que indican el final de la posesión o de cuarto, o del IRS (Instant Replay System) .
Tal y como reza el reglamento (Art. 9.7): “Un cuarto, una prórroga o un partido finalizarán cuando suene la señal del reloj de partido indicando el final del cuarto o de la prórroga. Cuando el tablero esté equipado con iluminación roja alrededor de su perímetro, la iluminación tiene prioridad sobre la señal sonora del reloj de partido”.
Por eso es importante que antes del comienzo del partido se revise la electrónica deportiva . Para ello los árbitros y oficiales de mesa deben acudir con suficiente antelación al pabellón para comprobar el correcto funcionamiento de todos los dispositivos . Los oficiales deben familiarizarse con los equipos, hacer pruebas para modificar segundos, décimas, tanteo, faltas… de manera que puedan solucionar rápidamente cualquier incidencia que se produzca durante el partido.
Si en los segundos finales del partido se da una situación de canasta y no se dispone de IRS para comprobar si esta es válida o no, el protocolo de actuación es el siguiente : los árbitros nunca anularán ni darán validez a la canasta directamente . Primero se reunirán en la pista para ver si lo tienen claro. En caso de que no sea así, consultarán a los oficiales de mesa para recopilar más información, y por último volverán a reunirse en la pista para que el árbitro principal comunique la decisión final.
En el momento en que el balón es palmeado legalmente en el salto inicial, el tiempo empieza a correr. A partir de aquí… cada décima cuenta.